La columna de Manguera
La importancia de los informantes ha cobrado relevancia con la revelación de la identidad de la fuente más famosa de la historia del periodismo: 'Garganta Profunda'. Sin embargo, no todo es color de rosa en la relación entre el periodista y el anónimo 'datero'. Muchas veces los casos no se cierran con un final feliz, sino, por el contrario, abren heridas más profundas.
Y qué mejor que lo diga Michael Isikoff, de la revista norteamericana Newsweek, cuyo reportaje sobre la profanación del Corán en el Guantánamo por parte de soldados estadounidenses causó tanto revuelo en el Medio Oriente que hace poco el semanario se ha visto obligado a retractarse. El hombre de prensa atribuyó la información a una 'fuente fiable' que no cita.
Por su parte, El diario 'El Tiempo' de Colombia informa en un editorial que el cierre definitivo del caso'Watergate' se da en momentos en que tres profesionales de la comunicación del programa Encuentro con la, prensa, que se emite en los Estados Unidos, podrían ir a la cárcel por negarse a revelar sus fuentes.
En nuestro país, también hemos sido testigos de cómo las fuentes han sido importantes para destapar actos de corrupción. El más célebre, sin duda, es 'el Patriota', quien no era precisamente un informante para periodistas, pero cuyo papel adquirió trascendencia por ser el gestor de la caída del régimen de Fujimori al entregar el video 'Kouri - Montesinos' a políticos de oposición. Aunque al contrario de Mark Felt, su papel se ha visto ensombrecido por reconocer que lo hizo a cambio de dinero.
De acuerdo a Javier Darío Restrepo la relación con la fuente se debe regir por dos principios: el compromiso con la verdad y con el público, por lo que se requiere mantener una adecuada distancia con los que entregan información. Además, recomienda terminar el vínculo cuando primen intereses personales e institucionales, cuando haya cercanía con el periodista y, por último, cuando exista desconocimiento del tema.
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