lunes, junio 06, 2005

Alfonso Grados dejó de ser el Defensor del Lector de La Primera

Luego de dos meses y medio, el experimentado periodista Alfonso Grados Bertorini culminó su función como Defensor del Lector del periódico que dirige Juan Carlos Tafur, cargo que desempeñó desde que el diario salió al mercado, por razones no especificadas en la columna del director de hoy.

"No podemos si no expresarle nuestra gratitud por el tiempo dedicado a reflexionar juntos sobre esa función y lamentar al mismo tiempo que no sea él quien detente tamaña responsabilidad", comenta Tafur al congratularse de instaurar por pirmera vez esta figura en la prensa peruana.

El ombudsman no se ha convertido en una institución en el periodismo local, aunque algunos medios, sobre todo la prensa escrita, han instaurado una sección del lector dedicada a quejas contra las instituciones. Sin embargo, de acuerdo a El Nacional de Venezuela, el defensor de los medios es "un intermediario entre los lectores y el periódico en toda su generalidad cuando los derechos de aquellos son vulnerados por alguna información publicada que se aleja de los principios éticos establecidos para la prensa".

A pesar de la salida del ex ministro de trabajo durante el gobierno de Belaúnde, el cargo no seguirá acéfalo porque le han pedido al propio Toribio Gol, seudónimo con que se le conoció en su etapa de comentarista deportivo, "su sabio consejo para buscar a alguien que lo pueda sustituir en alguna medida".

No obstante a los elogios recibidos, la labor de Grados Bertorini fue cuestionada en un reciente artículo por el investigador Juan Gargurevich cuando dijo: " la despedida masiva de periodistas más importante del siglo XX fue la consentida por el Ministro de Trabajo Alfonso Grados Bertorini, en 1980, cuando gracias al Decreto 039, los diarios echaron a la calle a cientos de colegas que calificaron como “Personal de confianza”. Hoy don Alfonso es Defensor del Lector en un diario. Claro, no podría serlo de los periodistas. "

Aquí la despedida de Tafur a Bertorini:
Gracias a Alfonso Grados
Cuando recién se inició este proyecto editorial anunciamos la institución del Defensor del Lector, la convocatoria a una personalidad de prestigio, de experiencia periodística y de independencia absoluta.
Elegimos a Alfonso Grados Bertorini. Hoy debemos agradecerle su entusiasta participación en la discusión y puesta en referencia de lo que significaba el cargo, teniendo en cuenta, especialmente, la novedad del puesto que lanzábamos.

Después de dos meses y medio de haber salido al mercado, razones compartidas nos arrebatan el privilegio de contar con él para el cargo anunciado. No obstante, no podemos si no expresarle nuestra gratitud por el tiempo dedicado a reflexionar juntos sobre esa función y lamentar al mismo tiempo que no sea él quien detente tamaña responsabilidad.

Tal como hicimos público el anuncio de su incorporación, hoy nos vemos en la obligación de hacer lo propio aunque sea en un sentido distinto. Ello, sin embargo, no nos detiene en la ilusión de establecer un mecanismo novedoso en el periodismo peruano y nos estimula saber que contamos no sólo con su permanente y desinteresado concurso para la concreción final de lo que dicho cargo implica sino también su sabio consejo para buscar a alguien que lo pueda sustituir en alguna medida.

A pesar de nuestra cortísima existencia, hemos logrado ya consolidar una posición en el durísimo mercado periodístico local. Conscientes de ello, sabemos que la apuesta es a largo plazo y que no nos pueden dejar de guiar las referencias éticas.
Sabemos que contamos con la sabiduría personal y profesional de Grados Bertorini para seguir consolidando el proyecto. Si no en el puesto cotidiano que queríamos sí en el de un referente al alcance de nuestra solicitud para no perder el norte en el camino.

Por ello, junto a nuestro anuncio público de su ausencia como el Defensor del Lector, no podemos si no reiterar nuestro agradecimiento por su paciencia, tolerancia y buen ánimo para acompañarnos en estos primeros pasos. Alfonso Grados Bertorini, más allá de cualquier cargo, es alguien que consideramos de la casa. Y eso nos enorgullece y nos honra.

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